24. Meditación guiada contemplativa mientras paseas allá donde estés

 
 
 

Si te gustaría mantener siempre unos hábitos conscientes y saludables, te invito a incorporar esta sencilla meditación a tus paseos diarios allá donde te encuentres.

En mi corta estancia en Plum Village, un monasterio budista situado al sur de Francia y fundado por el maestro zen Thich Nhat Hanh, la práctica de meditación caminando estaba incluida en las rutinas diarias, tanto de las monjas y monjes como de los visitantes que estábamos allí durante una estancia corta.

Esta meditación nos permite practicar la atención plena o mindfulness mientras nos mantenemos en movimiento, por lo que es un hábito saludable tanto para nuestro cuerpo, como para nuestra mente.

Personalmente, me encanta esta práctica porque puede servirnos como puente para traer la actitud de meditación a nuestro día a día, a través de una actividad tan sencilla y presente en nuestra vida diaria como es caminar. Los momentos en que nos sentamos a meditar en calma, en silencio y con los ojos cerrados, estamos creando unas condiciones perfectas para entrar en un estado de observación consciente y serenidad interior. Estos momentos son en realidad un entrenamiento para luego ser aplicado a nuestras diferentes situaciones vitales y a nuestras actividades rutinarias en las que la vida fluctúa a su manera y las condiciones externas están fuera de nuestro control.

DEDICA TU PASEO A LA TIERRA

La práctica de meditación caminando nos permite también reconciliarnos con nuestro planeta, creando un vínculo de cuidado y respeto con respecto a él.

Mientras la practicamos, además de establecer calma en nuestro interior, nos hacernos conscientes y nos nutrirnos de las maravillas que nos rodean en el momento presente. De esta manera desarrollamos una actitud de contemplación y agradecimiento por la vida y por la naturaleza.

Thich Nhat Hanh recomendaba caminar tocando el suelo con cuidado y atención, como si estuviéramos besando a la Tierra en cada paso. Y también recomendaba incorporar una actitud receptiva, de agradecimiento y de entrega hacia la vida y hacia la naturaleza.

Si quieres hacer esta meditación como una manera de conectar con la Madre Tierra, te recomiendo que camines descalza o descalzo en la naturaleza. Y, en cualquier caso, incorpora el disfrute por el camino mismo, por el paseo en sí, sin pensar en llegar a ningún lugar.

CÓMO MEDITAR CAMINANDO

  • Mientras caminas en cualquier lugar, hazte consciente de tu respiración.

  • Trae la atención a la respiración y date cuenta de cuál es su flujo y su ritmo.

  • Observa cómo entra el aire en tus fosas nasales y cómo llena tus pulmones. Observa cómo sale el aire de tus pulmones y pasa por tus fosas nasales de nuevo.

  • Puedes también darte cuenta de la temperatura de ese aire al entrar y salir de tu cuerpo.

  • Fíjate en el movimiento que produce en tu vientre y en tu pecho.

  • Ahora trae tu atención a las suelas de tus pies.

  • Siente el contacto de las suelas de tus pies con el suelo sobre el que pisas, haciéndote consciente de las sensaciones que esto te produce.

  • Siente también cómo se equilibra y distribuye el peso de tu cuerpo entre un paso y el siguiente. Observa el movimiento que esto produce en el resto de tu cuerpo.

  • Puedes probar a caminar más lento para hacerte más consciente de todo ello.

  • Ahora coordina tu respiración con tus pasos, de la manera que funcione para ti. Quizás puedes inspirar con dos pasos, y expirar con los siguientes dos pasos.

  • Continúa caminando mientras eres consciente de tu respiración y de tus pasos.

  • Ligeramente puedes incorporar el paisaje alrededor de ti. Observa los elementos en él con mucha presencia mientras mantienes una conciencia ligera sobre tus pasos y tu respiración.

  • Simplemente camina, respira y observa.

  • Puedes continuar esta meditación todo el tiempo que quieras allá donde estés.