32. Meditación guiada para ralentizar y conectar con tus recursos
Aquí puedes acceder a la publicación en la revista Cuerpomente.
Incorporar en nuestra rutina el hábito de pausarnos y traer nuestra atención a lo que sentimos como positivo, bello y reconfortante, es una sencilla fuente de bienestar.
Nuestra mente tiende a centrarse en lo negativo de todas las situaciones, como en los problemas a solucionar o en las amenazas de las que defenderse y protegerse. Y también tiende a centrarse en mantenerse ocupada, presionándonos para hacer lo máximo posible y, por tanto, no dejándonos espacio para pararnos a sentir. Esto nos evita el vacío que puede surgir de ello. Esta manera de vivir nos mantiene en un ritmo que puede afectar mucho a nuestra salud y a nuestro bienestar.
Hace unos días, una clienta me contaba en una de nuestras sesiones que cuando ralentizaba su ritmo vital era cuando se sentía más humana, en contra de la sensación de máquina que tenía continuamente en su rutina diaria.
Ralentizar nos da la oportunidad de sentirnos y, por tanto, de conectar con nuestro cuerpo y con sus sensaciones. Es en ellas donde se esconde la mayoría de nuestra verdad, es decir, de nuestro verdadero yo y de nuestros anhelos, necesidades y límites reales que nos guían hacia nuestra expansión personal.
LA IMPORTANCIA DE CONECTAR CON NUESTROS RECURSOS
Nuestro sistema nervioso se desregula cuando hay alguna situación en nuestro entorno que sentimos, de alguna manera, amenazadora. Como se encarga de nuestra supervivencia, hace que nos alteremos y nos aceleremos para superarla, y normalmente se regula de nuevo de forma natural una vez que la situación amenazadora ha desaparecido.
Cuando vivimos una vida demasiado estresante, o vivimos bajo presión una vida que no estamos realmente eligiendo, hay cierto riesgo de que nuestro sistema nervioso esté constantemente alerta, ya que en estas condiciones el entorno puede mostrarse como una constante amenaza para él. Y si nuestro sistema está sistemáticamente alerta, puede ser muy dañino para nosotros y afectar de forma directa a nuestra salud, a parte de aportarnos claros síntomas de fatiga y ansiedad.
Por eso es tan importante incluir como recursos en nuestras vidas la pausa y la conexión con lo que nos hace sentir bien y nos da espacio para respirar y sentirnos. A través de nuestros recursos podemos darle la oportunidad a nuestro sistema para calmarse y asentarse y, de esta manera, nuestra sensibilidad está también más despierta, por lo que nos sentimos más conectados con nuestras necesidades esenciales y podemos actuar en base a ellas. Además, cuando nuestros recursos están presentes tenemos más capacidad para sobrellevar situaciones adversas.
CÓMO MEDITAR PARA RALENTIZAR Y CONECTAR CON TUS RECURSOS
Siéntate de manera que puedas tener tus pies sobre el suelo.
Cierra tus ojos y, simplemente, descansa. Da espacio a tu cuerpo y mente para respirar, aflojar y soltarse.
Imagina cómo en cada exhalación sueltas tus ocupaciones, lo que estuvieras haciendo, y también tus preocupaciones. De esta manera invita más relajación con cada respiración.
Nota cómo poco a poco vas entrando en ese espacio de silencio interior y adéntrate en él con curiosidad. Es lo único que existe ahora mismo.
Puedes observar lo que ocurre en él, dando permiso a cualquier sensación para estar ahí y ser tal y como es.
Desde aquí puedes invitar a este espacio alguna cosa que tengas en tu vida que te haga sentir bien, te reconforte en momentos difíciles y te haga sentir segura/o y fuerte. Puede ser una persona, un animal, un objeto, una actividad... cualquier cosa.
Date cuenta de las sensaciones presentes en tu cuerpo cuando estás en contacto con ese recurso. Obsérvalas y síguelas con mucha curiosidad, poniendo toda tu atención en ellas.
Déjate nutrir por ese recurso y por el efecto de él en tu sistema. Puedes tomar unas respiraciones profundas para dar más espacio a esas sensaciones.
Mientras estás presente con esta experiencia dentro de ti, siente el contacto de tus pies con el suelo.
Poco a poco puedes abrir lentamente tus ojos, manteniéndote presente contigo misma/o mientras estás presente con lo que ocurre a tu alrededor, y trasladando tu recurso interior a tu mundo exterior.